jueves, 15 de agosto de 2013

MIS MAESTROS I: EDUARDO OTAROLA

EDUARDO OTAROLA: CUANDO LA MAGIA VA DE LA MANO CON LA HUMILDAD.
( A mi querido primer Maestro, con humildad)


Aun cuando en mi niñez había conocido a un verdadero maestro, que se inserta dentro de la tradición de Budhismo Tibetano, el venerable Khenpo Dorgzon Rinpoche, con quien me reuniría dos veces más a lo largo de mi vida (realizándole una entrevista para mi revista “Bajo los Hielos” donde le preguntaría sobre temas como el kali-yuga o la existencia de lugares como Shamballah o Agharta), mi primer encuentro con un Mago occidental  ocurrió hacia los 19  años.
Yo estaba en una etapa de pesimismo respecto al mundo. Lo que más leía era Nietzsche y Lovecraft, simpatizando con Cioran, los románticos alemanes y otros autores semejantes.
En una ocasión un amigo que fuera compañero en el Liceo, al que llamaré BS, luego de haber despertado su consciencia y al empezar a desarrollar facultades paranormales  a raíz de un terrible accidente automovilístico que viví junto a él y en el cual los dos casi perdimos la vida, y al buscar una explicación y buena dirección a éstas, me comunicó que había conocido a un auténtico Maestro, quien visitaba con cierta frecuencia a un grupo del cual Bustamante estaba participando no hace mucho.  En conformidad con mi visión adolescente, le indiqué que dudaba que ello existiera, en especial en Chile y en un tiempo como éste.  Es más,  lo reté a demostrarle que sería uno más de tantos embaucadores. Acordamos visitarlo. Yo sinceramente pensaba que podría encontrar a uno de esos falsos sabios que abundan en el seudoesoterismo.
Llegó el día. El hombre que veríamos se llamaba Eduardo Otarola. Trabajaba atendiendo un kiosco (no era el dueño sino solo el trabajador)  en la vereda sur de calle Alameda Bernardo O´Higgins, en la Estación Central. Al llegar al lugar vi a un caballero de unos 55 años aproximadamente, robusto e incluso un poco gordo, de rostro amistoso. Saludó a mi amigo e intercambió algunas palabras. Luego él mismo se dirigió hacia mí y me dijo risueño: “Yo sé que tú no crees o en verdad te quieres negar a creer ciertas cosas; y vienes precisamente a demostrar la inexistencia de los poderes llamémoslos “ocultos”, pero que son muy reales…”.
Quedé congelado. Bustamante no era alguien que le podría haber contado de mis intenciones reales. Luego mi amigo  me confirmaría el hecho que jamás le comentó de aquéllas. Y que solo le preguntó si podía invitar a un amigo a conocerlo.
Me pidió que le pasara mi mano izquierda, a lo que accedí. Observó la palma y con gran conocimiento quiromántico me dejó sin habla, pues empezó a leer en mi mano cosas que solo yo sabía y que nunca le comenté a mi ex compañero. Por ejemplo, el hecho de que yo me había estado ahorcando con el cordón umbilical antes de nacer.
Al ver mi asombro,  se sonrío. Y allí se rompió el hielo. Conversamos de cosas triviales, mientras él atendía el kiosco, para vender dulces y golosinas.
Noté otra cosa muy curiosa: Que mucha de la gente que pasaba por ese lugar tan concurrido,  lo saluda con un afecto que pocas veces he visto. Las personas más pobres y sencillas iban a pedirle consejos, lo abrazaban, intercambiaban dos palabras con él, etc. Comprendí que no era un hombre normal y que era muy querido por el pueblo. No sé por qué pero pensé en un santo o algo así.
*
Desde esa vez fue común que junto a mi tocayo viajáramos especialmente los días sábados en la mañana al hogar de Eduardo Otarola. Vivía en el segundo piso de un edificio cercano al lugar de su trabajo. El barrio era muy pobre y desordenado, pero su hogar sin embargo era cálido y limpio. Tenía una biblioteca esotérica importante. Especialmente había libros sobre el Tarot, la Kabbalah, Quiromancia y Astrología.
Nos contó que había estado en un Seminario católico, pero se dio cuenta que la vida sacerdotal y la dogmática religiosa no eran lo suyo. Renunció.
Su interés por las ciencias ocultas y las actividades paranormales eran su gran preocupación, pero también la ayuda a la gente pobre.
En una ocasión me dijo: “Tú necesitas conocer la pobreza. Ayudar a los pobres. Te voy a invitar a visitar a los viejitos del Hogar de Cristo, a visitar y dar de comida y ropa a los desamparados. Hay gente que sufre y Cristo nos exhortaba a ayudarlos”. Aun cuando no compartía ni comparto su cristianismo, respeto mucho su deseo de ser consecuente.
Vivía solo. Tenía hijos  pero lamentablemente la relación con ellos debe haber sido pésima por lo que contaré más tarde. Desconozco si en algún momento se casó y si vivía su ex mujer.
La visita los días sábados era por mí muy esperada. Le habíamos pedido que nos enseñara ciencias esotéricas ante lo cual él ofreció ayudarnos. Era un hombre de una calidez extraordinaria y siempre estaba llano a compartir.
Para conocer a una persona recurría además de la mirada atenta a la observación de las manos a través del arte quiromántico, al tarot y al ajedrez. Sí, era un excelente ajedrecista y un psicólogo que utilizaba este juego como medio de conocimiento de las personas. Decía que uno podía aprender mucho del oponente a través de la manera de jugar y de qué valor le daba a las piezas. Así, por ejemplo,  el juego podía revelar a las personas que eran muy arriesgadas de las que no. También uno a través de la importancia que le diera a las piezas podía ser desvelado. Si uno desprotegía al rey era una persona a la cual el yo o el ego no le importaba demasiado. Si descuidaba a la reina, era porque su mujer o su madre no tenía tanta importancia en su vida.
Me dijo que eligiera una ciencia esotérica o un saber que ayudara a los demás y que él me lo enseñaría. Le dije  que había estudiado algo de reflexología y que algunas personas decían que mis manos eran “mágicas”.
Un hecho importante desde el punto de vista mágico fue el que relataré.
Mi amigo debido a la edad y al despertar de ciertas facultades paranormales le pidió a don Eduardo si podía leer la mente de las personas.
Como nunca, sentimos que se había enojado.
“Eso, mis amigos, no se debe hacer. La mente de las personas es algo sagrado. Cada uno tiene su cielo y su infierno, y descubrirlo no nos está permitido. Es una esfera privada. Además, uno podría desilusionarse de quienes amamos o estimamos. Además si el infierno personal es a veces difícil de verlo para nosotros mismos, puede ser que el infierno de los otros sea aun más oscuro”.
Luego, nos ordenó que nos sentáramos frente a él. Así lo hicimos.
“Observen mi rostro, solo eso”.
Miré atento. Pensé que todo esto era algo ridículo.
Y, sin embargo, al pasar un minuto noté algo extraordinario. ¡No! ¡No podía ser! Don Eduardo estaba modificando de alguna manera misteriosa su rostro… Y no era el producto de una morisqueta o algo así. Sino que efectivamente su rostro ahora era distinto. La nariz había crecido y se había hecho encorvada. Sus ojos eran más pequeños y de mirada fuerte. Lo que vi puede resumirse como un demonio aguileño.
Estaba aterrado, pero seguí de frente, observando.
Luego, el rostro cambió de un segundo a otro, y la cara apacible que conocía empezó a verse.
Entonces nos dijo:
“Ya es suficiente. BS, por favor, dime tú primero… ¿qué viste?”
Mi amigo sin que hubiera hablado antes conmigo dijo algo sorprendente:
“Lo que vi fue un ser monstruoso de aspecto aguileño”.
O sea, lo mismo que yo.
Y luego don Eduardo me preguntó qué había visto yo, a lo cual solo pude responder que coincidía con lo de mi amigo.
*Pues, bien, han visto lo que les he dicho que podía ocurrir. Encontrarse con el infierno de los otros no es algo agradable y por lo mismo nos está velado” – concluyó de manera irrebatible.

++
Había tenido una experiencia bastante anormal aquellos días. Una batalla entre magos se había librado. Mi “polola” (pareja, en Chile) deseaba alejarse de unas amigas que estaban relacionadas con brujería. Pero, deseaba que yo estuviera presente en la ocasión, para lo cual la acompañé a su hogar. Lo ocurrido lo relataré en su oportunidad, si es que lo estimo pertinente. Pero ahora solo quiero indicar que en ese encuentro, al estar cerca de estas dos amigas de mi polola había vivido un suceso que me intrigaba: a pesar que el día estaba agradable, en el transcurso de la hora y media que estuvimos juntos sentí unos cambios de temperatura ambiental que me tenían incómodo: durante diez minutos sentía frío, luego mucho calor, y así sucesivamente. Recuerdo que me saqué el polerón y me lo volví a poner unas seis  o siete  veces.
Digo que estaba intrigado con este fenómeno pues lo atribuía a la presencia de las jóvenes brujas.
Le quise comentar a don Eduardo y lo visité una mañana de un sábado.
Me dijo que esto no había sido algo meramente psicológico y que por el contrario yo tenía mucha razón al vincularlo con la presencia de las magas negras.
Me dijo que esto era posible y se podía crear a voluntad. Por lo cual pensaba que una de las dos mujeres lo había realizado para incomodarme y precipitar una salida.
Señaló que él había aprendido de un chamán amazónico esta técnica. Cómo conoció al chamán, quién era o en qué año ocurrió esto, eran cuestiones que no le pregunté.
Estábamos en una pieza y pronto sentí calor, luego frío, mucho frío. Todo esto en pocos minutos. Afuera no estaba nublado y la temperatura debería ser cálida.
¡Don Eduardo había logrado a voluntad el mismo efecto que presencié ante dos magas negras!

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Visité durante dos años al menos un  día sábado por mes a don Eduardo. Muchas veces con BS. Pero a veces fui solo.
Aprendí mucho de él.
Una de las cosas que hoy entiendo mejor y que más me ha servido es la siguiente:
“Sergio: tú quieres ser un superhombre. Pero antes de serlo, debes ser hombre. ¡Y no creas que es una tarea menor o despreciable! Ser hombre significa tropezarse, caer, levantarse, ir a fiestas, emborracharse, etc. Si no haces eso, no podrás avanzar realmente pues te frenarás de algunas cosas y cuando seas mayor querrás vivirla… pero ya no estarás en el momento adecuado para hacerlas”.
El crecimiento debe partir por la base y no por la cúspide.
Muchas veces intentamos ser sabios, santos o magos. Pero apenas tenemos conciencia de nosotros y nuestros defectos. Tampoco sabemos aprovechar nuestras capacidades, pues el conocernos es un proceso largo y que exige un autoanálisis que pocas veces somos capaces de realizar.
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Lamento que por motivos de mis estudios en la Universidad dejé de lado mis visitas a don Eduardo. Deben haber pasado unos cuatro años sin que lo viera en más de dos ocasiones. Me hice el tiempo pues lo echaba de menos. Ese día tuve solo dos clases, así que me dirigí  sin más hacia la Estación Central. 
La primera sorpresa era que no había nadie en el kiosko. Presentí algo malo.
Caminé con rapidez hacia su departamento. Toqué el citófono. Nada. Ninguna respuesta.
Lo llamé a voz alzada. Luego de un rato apareció desde una ventana una señora. Me dijo que don Eduardo HABIA MUERTO.
No podía creerlo.
Le pedí más información, pero la señora era muy austera en palabras. Me dijo que había muerto de cáncer al estómago, que había tenido dolores espantosos y que se escuchaba como gritaba de molestia los últimos días de su vida. Que incluso ni sus hijos fueron a verlo, y que solo ahora habían aparecido sin duda para repartirse la herencia.
La nostalgia me embargó. Una lágrima cayó de mis ojos. Mi Maestro había muerto y yo no estuve allí para ampararlo, cuidarlo, protegerlo en sus últimos días.
Hoy sé que los grandes maestros muchas veces asumen el “karma” (por llamarlo de alguna manera) de sus discípulos y amigos. Eduardo Otarola tuvo muchos de estos últimos, adeptos no sé si alguien más que yo. Pero todos fuimos iguales a la hora de admirarlo y todos estúpidamente iguales en la irresponsabilidad de no  cuidarlo en el crucial paso al otro mundo.

                                                                                       (Santiago, 15-16 de Agosto de 2013)

sábado, 18 de mayo de 2013

ENCUENTRO CON UN ADEPTO (Sergio Fritz Roa)




Aquellos que se interesan por disciplinas como la Magia y la Alquimia se han topado en varias ocasiones en sus lecturas o conversaciones con la enigmática figura del adepto. Y con toda seguridad se habrán hecho alguna de las siguientes preguntas: ¿Es un operador de prodigios? ¿Es un maestro? ¿Es alguien que ha alcanzado el final del camino esotérico?

En definitiva, ¿qué caracteriza a ese noble ser que en los libros esotéricos es llamado adepto?

A través de un escritor y de una obra podremos acercarnos a su comprensión.

*

Paul Brunton – nuestro escritor- es conocido por sus libros de viajes a Oriente. Entre ellos destacan especialmente “La India misteriosa” y “El Egipto secreto” (1), donde encontramos entrevistas a personajes de los más diversos tipos, pero que tienen la virtud de acercarse a lo paranormal e incluso en ocasiones a lo propiamente esotérico: Desde encantadores de serpientes a hipnotistas de personas; de falsos maestros a  gurúes auténticos.

En las páginas finales (283 y ss. en la edición que tenemos a la vista) de “El Egipto secreto”, libro que aquí nos interesa, Brunton relata un extraordinario encuentro con un verdadero adepto.

Mientras estaba en contemplación en una colina del desierto percibe que a pocos metros  de él hay un desconocido que comparte la observación del paisaje silencioso. Era de escasa altura, llevaba un turbante blanco y cuando el desconocido dirige su mirada hacia Brunton siente sin saber por qué algo así como estar ante un ser excepcional. Los ojos fueron lo que más le impresionó. “Eran círculos perfectos grandes y hermosos, de luminoso color, y tenían el blanco tan pronunciado que daban una profundidad casi sobrenatural a las pupilas negras como el azabache”.

Luego de dos minutos en que silenciosamente se observan y un extraño mareo de parte del autor, empieza una interesante conversación. El árabe le indica: “Yo he querido deliberadamente que usted experimentara esa sensación. Fue mi voluntad que le transmitiera silenciosamente un mensaje. ¡Y así fue!”.

Le menciona que a veces los caminos de los hombres se cruzan. Este era uno de esos   casos.

El personaje se define como adepto, palabra que prefiere frente a otras.

“Mi interlocutor me dijo que a voluntad y a cualquier distancia podía intercambiar pensamientos con sus colegas adeptos; que un adepto podía usar temporariamente el cuerpo de otra persona, generalmente de un discípulo, mediante el proceso llamado técnicamente “eclipse”; durante el cual proyecta el alma hacia el cuerpo del otro, debiendo este otro estar completamente dispuesto y preparado, y encontrarse receptivo y pasivo”.

Luego de dejar atónito al autor al dar muestras de conocer su nombre, el misterioso árabe le indica el suyo iniciático: Ra-Mak-Hotep, el cual más allá de las traducciones que pudieran ofrecer los eruditos, para el adepto significa simplemente un estado: estar en paz.

“Ahora mi hogar es todo el mundo. Asía, África, Europa y América. Conozco todas esas tierras y circulo por ellas. Soy oriental solamente de cuerpo, porque mi mente no es de ningún país en particular y mi corazón es únicamente de la paz”.

Luego de una hora de instrucción espiritual se despidió.

Ese fue el primer encuentro.

El segundo ocurrió cerca del templo de Luxor. Allí el Adepto le enseñó a Brunton que los arqueólogos al develar las antiguas tumbas egipcias liberaron fuerzas de gran peligro para toda la humanidad. La momificación era una práctica que había degenerado, pues en sus comienzos se aplicaba “sólo a los reyes adeptos de la edad de oro del Egipto prehistórico, y a los altos sacerdotes de avanzada espiritualidad que eran verdaderos conductos de Dios, para que sus cuerpos materiales, impregnados de su santo poder, pudieran seguir existiendo y sirviendo como focos que irradiasen al mundo ese poder”.

“Preparada la tumba física, invocaban, o hacían invocar por algún sacerdote bien capacitado a un ente espiritual, creación elemental artificial, imperceptible para los sentidos corporales, a veces bueno pero más a menudo malo, para que protegiera y vigilara la momia y actuara en la tumba como espíritu guardián”. Y después: “Esos poderes eran a menudo sumamente malos, conminantes y destructores. Existían dentro de las tumbas y podían seguir existiendo durante miles de años”.

A continuación señalará una amenaza que se cierne sobre el mundo actual, que nos recuerda a las dadas por René Guénon en alguna de sus cartas (2):

“Cuando el mundo moderno llegue a darse cuenta que en cierta  cantidad de esas tumbas hay encerrados espíritus malignos quizá ya sea demasiado tarde; porque para ese entonces ya se habrán abierto todas las tumbas y escapado los diabólicos seres que aprisionan”.

“Nosotros que nos preocupamos por el bienestar espiritual de la humanidad, combatimos a esas fuerzas tenebrosas en su propio campo, pero por leyes de la naturaleza no nos está permitido destruirlas, como tampoco nos está permitido destruir a los hombres vivos que son peligrosos para sus semejantes. Nuestros poderes son limitados y nos constriñen a amparar personas e instituciones con nuestra protección especial”. “Los objetos que son sacados de las tumbas junto con las momias, tales como escarabajos, joyas, amuletos y muebles, llevan consigo la influencia de las tumbas”.

En cuanto al tema de la inmortalidad o al menos a vidas de gran duración, Ra-Mak-Hotep indicará que en Egipto hay tumbas de adeptos que jamás podrán encontrar los excavadores normales, y que no son tumbas de muertos sino de vivos, quienes están en un “trance”. Incluso menciona de un adepto que se encuentra en su tumba desde el año 260 A.C, e incluso otro de hace 10.000 años. Entre otras características, estos adeptos trabajan por el progreso espiritual de los hombres y saben todo lo que ocurre en la superficie.

Por último, una información de importancia:

“Los tesoros espirituales que conservan los antiguos adeptos egipcios son transmitidos a los adeptos vivos. Cuando llegue el momento de despertarlos, el ritual correspondiente tendrá que ser cumplido por uno de estos últimos”.

Hemos querido usar el encuentro del escritor Brunton con Ra-Mak-Hotep como base explicativa de lo que sería y es un adepto, pues nos permite extraer algunas de sus características:
-         
      1.-Vida dedicada a la espiritualidad y al conocimiento esotérico
-          2.-Conformidad en sus actos con la Ley Divina
-          3.-Conocimiento real de asuntos trascendentes
-          4.-Facultades paranormales (clarividencia, etc.). Estas pueden o no emplearlas.
-          5.-Contacto con entidades espirituales, humanas y no humanas.
-          6.-Depositarios de saberes dados por otros maestros o presencias angelicales o directamente de Dios.
-          7-Entrega de enseñanzas a quienes consideren aptos
-          8.-En muchos casos, son viajeros.
-          9.-En muchos casos, son solitarios. Alejados de los hombres.
-          10.-Evitan hablar temas que no digan relación con cuestiones espirituales
-          11.-Pacíficos
-          12.-Su presencia irradia una luz especial

    Sin duda, hay muchas otras características; pero, las mencionadas y la lectura profunda de los hechos relativos al encuentro de Paul Brunton con Ra-Mak-Hotep son suficientes para aproximarnos seriamente a la comprensión de lo que es un adepto.


  
NOTAS:
1.- “El Egipto secreto”. Paul Brunton, Librería Hachette S.A., segunda edición, Buenos Aires, 1957.
2.- Guénon, sin embargo, es escéptico del adepto en cuestión: "Al final del volumen, el autor cuenta su encuentro con un “adepto” (¿?), cuyos discursos sobre el peligro de ciertas excavaciones en las tumbas antiguas nada tienen de particularmente “trascendente”; no queremos ciertamente poner en duda su buena fe, pero nos preguntamos si no habría sido todo simplemente mistificado... (Reseña en Etudes Traditionnelles, noviembre de 1936). Lamentablemente lo dicho por René Guénon en esta ocasión no nos parece muy fundado.                                                                                             

domingo, 10 de marzo de 2013

HABLANDO SOBRE MEYRINK, LOVECRAFT, EVOLA, CROWLEY: LITERATURA Y ESOTERISMO


YA ESTÁ ONLINE EL TERCER PROGRAMA DE ENTREVISTAS DE "TORRE DE BABEL. ENCUENTROS CON HOMBRES NOTABLES"


(El entrevistado, nuestro amigo, Francisco Amores)


El autor de este blog ha realizado la tercera entrevista en su canal de youtube "Torre de Babel".


La presente entrevista se realizó a Francisco Amores, estudioso chileno de la historia de las sociedades secretas.

En el programa se habló sobre Gustav Meyrink, H.P.Lovecraft, A. Crowley, J.Evola, entre otros y la relación entre Literatura y Esoterismo

La entrevista está disponible aquí:

https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=-5kqvV09yVY

LAPIDUS. EL RENACER DE UN ALQUIMISTA


LAPIDUS. EL RENACER DE UN ALQUIMISTA.

(Sergio Fritz Roa)



 (Portada del segundo texto de Lapidus)

Hace varios años atrás leímos un libro de Alquimia del todo distinto a los que estábamos acostumbrados. Se trataba de “En persecución del oro”, que fuera editado en España por Luis Cárcamo a inicios de la década de los 80  (La edición en inglés se titula “In Pursuit of Gold” y fue impresa en 1976).

Nos pareció -y nos parece aún- que el presente era un texto claro y honesto como pocos, que devela grandes secretos del Arte. En efecto, el autor no recurre a simbolismos complejos ni a evasivas a la hora de mencionar cuál es la materia ni cuáles son algunos de los procedimientos herméticos más relevantes.

A la hora de leer a Lapidus, comprendimos que ni Canseliet ni Atorène, quienes nos habían parecido excesivamente generosos respecto a la entrega de conocimiento, eran tan directos en su lenguaje. Salvo Alexander von Bernus, autor de “Medicina y alquimia”, nadie había revelado tanto el Velo.

¿Quién era este misterioso personaje?

El autor usaba un seudónimo muy alquímico: Lapidus, una clara referencia a la Piedra Filosofal. Y aparte de tratarse de un autor moderno, nada sabíamos de él.

Ello hasta unos pocos días atrás, cuando a través de internet supimos de la edición del segundo libro de Lapidus.


(Portada de la edición española del primer texto de Lapidus)




 (Libro que contiene la correspondencia entre Lapidus y el mago Crowley)

Ahora se nos indicaba quien era realmente Lapidus: David Curwen  (1893-1984), un británico, quien a la edad de 83 años había editado su célebre texto “In Pursuit of Gold”.

En 1944 cuando tenía 51 años Curwen le escribió al mago Aleister Crowley. De allí nació una larga comunicación, aunque compleja y no exenta de críticas de parte del primero. Ambos autores tenían intereses similares: pasión por la Magia, el ocultismo y el tantrismo. Además, los dos  pertenecieron a la O.T.O. (Ordo Templi Orientis). Pero Curwen centró su interés con el tiempo en la Alquimia, mientras que para Crowley el Arte Hermético nunca fue relevante, como sí lo era la Kabbalah o la magia angelical.

Es curioso notar que fue también en 1944 cuando Kenneth Grant - otro importante ocultista del s.XX,, conocido por sus libros y por pretender haber descubierto una “corriente de Seth” o “tifoniana”- contactó a Aleister Crowley.

Curwen inició a Kenneth Grant a una “highly recondite formula of the Tantric vama marga”.
Sobre las fuentes tántricas de Curwen, lamentablemente,  nada sabemos.


***

Gracias a  Tony Matthews, nieto de Lapidus, y a la editorial “Salamander and Sons” en septiembre de 2012 se ha editado la segunda obra de Curwen, llamada  “The Pass-Keys to Alchemy”. Tomando por base el análisis de tratados como los de Edward Kelly, Eirenæus Philalethes,  Ali Puli y el bellísimo “Atalanta Fugiens” de Michael Maier, Curwen desarrolla un análisis de los procesos alquímicos.

A los interesados en conseguir uno de los pocos ejemplares (solo 119) de este libro les recomendamos las siguientes páginas webs:

http://salamanderandsons.com/modern-magistery/the-pass-keys.html (Referencia al libro de parte de la Editorial “Salamander and Sons”)

http://www.teitanpress.com/ (Editorial que lanzó el libro de la correspondencia entre Curwen y  Crowley)

http://thefirelizard.wordpress.com/ (Blog de la editorial “Salamander and Sons” con artículos acerca del segundo libro de Lapidus)

Para finalizar, digamos que nos alegramos profundamente del interés de algunas editoriales por mantener el fuego secreto de la difusión de obras alquímicas.

Esperamos pronto hacer un análisis de la primera obra de Lapidus, dada su importancia; por lo que rogamos estén atento a este blog.